En 1886, el presidente norteamericano Andrew Johnson promulgó la Ley Ingersoll, la cual consistía en reducir la jornada de trabajo a ocho horas por día.
Los dueños de empresas y patrones se negaron a cumplir la ley, lo que provocó la unión de las organizaciones sindicales para interrumpir las labores del sector productivo.
El 1 de mayo de ese mismo año se inicia la huelga general que tuvo mayor repercusión en la ciudad de Chicago. Siendo la segunda ciudad más grande de los Estados Unidos, era el lugar en que las condiciones laborables resultaban peores.
El día 3 de mayo, las protestas se tornaron violentas, cuando trabajadores atacaron a algunos de sus compañeros, los cuales continuaban trabajando bajo presión y chantaje.
La policía intentó reprimir la reyerta y disparó contra los manifestantes, con un saldo aproximado de seis personas muertas.
Revuelta del Haymarket Square
El día 4 de mayo, los anarquistas August Spies, Albert Parson y Samuel Fielden, convocaron a reunirse en una protesta en Haymarket Square. La jornada terminó de manera violenta, cuando los policías intentaron persuadir a los trabajadores de terminar con la manifestación.
Cuatro trabajadores y siete policías resultaron muertos luego de la revuelta. El hecho desencadenó una persecución brutal por parte de la policía y arrestos injustificados, que terminaron por condenar a prisión y muerte a un total de ocho trabajadores, acusados de ser los causantes de los disturbios.
Las consecuencias morales de la revuelta Haymarket, obligaron a las industrias el acatar la ley Ingersoll. La jornada laboral pasó de diez horas a ocho, quedando para la historia como el precedente más importante sobre los derechos de los trabajadores.